CUENTO: Ése que me mira, por Rolcon

Una mirada fija sobre nosotros puede ser fuente de muchas dudas e inquietudes. Aunque tal vez no sea una mirada fija, aunque tal vez ése que creemos que nos está mirando, en realidad sólo esté mirándonos porque lo estamos mirando mirarnos. ¿O será al revés?



Al ver, verás

Me mira, no sé por qué.

Me mira fijo, no sé por qué. Y encima tan fijo.

Como siempre, me salta el temor al ridículo y me veo de nuevo de arriba a abajo. Todo bien, en su lugar, nada desentona; particularmente hoy, que logré al fin acicalarme como ellos quieren.

Aunque mirándolo bien, el único que me mira es ése, los otros no; como siempre, siguen y siguen pero no me miran. Pero, ¿es bueno o es malo? ¿Es bueno que no me mire nadie, salvo ése, o es malo? Que siempre pasa lo mismo, si me escuchan, si no me escuchan; y tendría que ver si me oyen, ¿o escuchar si me oyen o al revés? Por suerte parece que no piensa. ¡Bah! Si ése me mira, es que no piensa. ¿Quién que piense me miraría? Distinto es cuando me escuchan, ahí sí tienen que pensar pero, como cuando hablo yo, no pienso, ¿qué importa si piensan cuando hablo o hablan cuando pienso?

Y ése que me mira, ¿qué me mira? ¿Por qué me mira? ¿Para qué me mira? ¿Cómo me mira? (Y, de paso, mirá como me mira.) ¿Cuándo me mira?

¿Y si ése no me mira?

Otro misterio por resolver.

Pero mejor que no lo intente resolver, ¿o sí? En realidad no tanto, al fin y al cabo ése que me mira no me mira mucho; de a ratitos nada más, como haciéndose el que no me mira. Pero ése sabe que yo sé que me mira.

Y que yo lo miro.

Mirá vos, me vengo a dar cuenta que ése me mira porque yo lo miro, pero si yo lo miro a ése es porque ése me mira, y acá no hay tu tía, no hay huevo o gallina (que vivan los huevos de gallina aunque no sean puestos por gallinas). Pero acá no, el huevo fue ése que me mira, y yo lo miro porque ése me miró primero y, cuando vi que me miró, yo entré a mirar a ése.

Y ni siquiera un maldito espejo para mirarlo a ése como me mira pero sin que ése vea que miro que me mira.

¿Y si voy y le digo que por qué me mira? Pero, ¿cómo le digo a ése que me mira que me mira? “Oiga, señor ése, ¿por qué me mira?

Y seguramente ése me contestará de la misma manera que le contestaría a una señora que toquetea: “¿Qué le pasa, don, qué le pasa? ¿Por qué iba a mirarlo? ¿Querés pelea, querés?

Y yo, encima, voy a tartamudear y tartajear, justo delante de ése y hablándole a ése que me mira, pidiéndole estúpidas y cobardes disculpas.

Es demasiado por hoy. Miro para otro lado y que ése que me mira mire a otro, o a mi espalda, si le gusta.

¿Y si a ése que me mira no le gusta mirar mi espalda?

© 2007 Rolcon
© 2007 Yuhanny Henares Chamate (ilustración)

Esta obra se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Conversación en la Forja

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