CUENTO: Último verano, por Siderx

Si las condiciones de vida parecen imposibles de superar, si conseguir cada gota de agua demanda un esfuerzo sobrehumano, si vivir y reproducirse es un derecho que debe ganarse luchando diariamente, es bueno estar bien segura de lo que se quiere.



Berner revisó por tercera vez los condensadores, tratando de localizar alguna falla, pero todo parecía funcionar perfectamente. Algo preocupado, tomó los contenedores y vació su contenido en una botella de plástico que llevaba colgada a la cintura; no se llenó ni a la mitad. Luego, cuidadosamente, limpió de arena y polvo las superficies de cristal de ese condensador, era imprescindible hacerlo todos los días, pues garantizaba una mayor pureza en la recolección. Y, sin demorarse demasiado, se dirigió a otro de los aparatos.

El calor ya comenzaba a molestarle. Observó su reloj, faltaban cinco minutos para las seis. Un poco desanimado, terminó de limpiar el condensador en el que trabajaba para poder regresar pronto al pequeño refugio. El sol comenzaba a asomarse en el horizonte y en menos de una hora el calor sería insoportable y el interior del refugio con forma de domo era el único lugar seguro.

—¿Cómo estuvo la recolección de hoy, querido? —le preguntó Lina, su compañera, quien trabajaba con algunas muestras de minerales sobre un gran mesón, en el que descansaban varios instrumentos de análisis entre otros aparatos electrónicos.

—¡Horrible! No llega ni siquiera a los cuatro litros. De seguir así tendremos que regresar a Torean —contestó Berner, mientras pasaba el contenido de la botella de plástico a una especie de cisterna de mayor capacidad.

—¿Y abortar todo por lo que hemos trabajado tantos meses? ¿Estás loco?

—Pero tienes que comprender que, de seguir así, no podremos mantenernos por mucho tiempo. Además, ¿qué sentido tiene arriesgar nuestras vidas por esto?

—¡No es por esto! Es por nosotros, por trascender. Sabes que si no demostramos que somos capaces, no tendremos nunca un permiso de colonización y el derecho a procrear.

—Lo sé, lo sé, pero podemos intentarlo en otra oportunidad, tal vez tengamos más suerte en la próxima asignación de planeta.

—No intentes engañarme, sabes muy bien que para el próximo sorteo yo ya tendré más de treinta y cinco años y ya no seré elegible para el sistema de procreación.

—Entonces, estás segura de que esto es lo que prefieres.

—Estoy segura, y dispuesta a arriesgar todo, y no voy a derramar ni una lágrima para no desperdiciar ni la más mínima gota de la bendita agua y poder sobrevivir este último y caluroso verano.

© 2006 Siderx
© 2006 Marina Dal Molin (ilustración)

Esta obra se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Conversación en la Forja

1 comentario

  1. Maravilloso. Como para hacer un cómic. Felicitaciones a su autor y a la ilustradora.

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