ARTÍCULO: Soy Roma, por Jorge Casares


En el año 395, Teodosio dividió al Imperio Romano en dos: Oriente y Occidente. No eran las mejores épocas para los romanos. El ataque constante ahora se había convertido en lastimosa defensa. Los pueblos germanos empujaron hasta destruir por completo al Imperio Romano de Occidente en el 476, año en que los historiadores se basaron para dividir la Historia: fin de la Edad Antigua y comienzo de la Media. En la región se formaron varios reinos germano-romanos, resultado del desmembramiento del Imperio. EEUU seguramente tiene muy en cuenta este dato histórico: por más fuerte que sea, todo Imperio parece tener sus horas contadas. Esa conciencia tal vez pueda hacer durar un poco más a la gran potencia actual. Es la advertencia que la historia le hace.

Pero lo interesante de esta nueva etapa histórica que se inició con el éxito de los germanos es que los pueblos invasores, contrariamente a lo que podría suponerse, se adaptaron a la cultura de los romanos. Es que este Imperio no se formó de la noche a la mañana y el eco de su fuerza no se silenciaría tan fácilmente. Como una estrella que todavía brilla aunque haya dejado de existir, el Imperio Romano de Occidente era tan poderoso culturalmente que los extranjeros victoriosos adoptaron su religión (el cristianismo) y su idioma (el latín).

Veni, vidi, vici. Vine, vi, vencí. Como se sabe, son las palabras de un reporte de Julio César luego de derrotar una sublevación del rey del Bósforo Farnaces en una batalla que duró cuatro horas en el 47 a.C. Lo hizo burlándose de los triunfos militares de Pompeyo, su rival político interno en Oriente, sugiriendo que estas victorias se debían a enemigos débiles.

Vine, vi, vencí. No me detengo a detallar lo que me cuesta poco, parece decir Julio César. En efecto, se trata del poder. Las luchas no son sólo con espadas sino principalmente con el cerebro. Un golpe psicológico puede ser mucho más devastador que uno físico, aunque podrían ir de la mano. El otro gran guerrero de la Historia Antigua, Alejandro Magno, tenía muy presentes estos asuntos.

Con Julio César, la República comienza a caer y a pasarle el poder a un solo hombre, tarea luego finiquitada por Augusto. Claro que sería un error adjudicarle mérito absoluto a un hombre por más hábil que sea. Así como Hitler no hubiera sido quien fue sin el contexto apropiado, Julio César jamás habría llegado a convertirse en un personaje tan importante sin una acción histórica determinada.

La antigua Roma fue conquista y expansión geopolítica y, en consecuencia, sus preocupaciones políticas principales fueron externas y no internas. Esto generó las condiciones necesarias a un pensamiento y a una estructuración de lo político centralista y autoritario.

Julio César llegó, miró, y triunfó. La guerra, como la buena literatura, requiere economía de recursos.

© 2007 Jorge Casares

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Conversación en la Forja

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