FRASES PERTURBADORAS: José Eduardo González Vargas


Todo comenzó un día cuando Clarisa estaba jugando en el patio. Intentaba ponerle antiparras al perro cuando del cielo cayó un meteorito que aplastó al perro, el árbol del patio y la casa de la familia de atrás, pero la niña apenas tuvo tiempo de reaccionar. La roca chamuscada se partió en dos y el Gazorp se manifestó, primero como un hombre lobo volador de tres cabezas, pero fue cambiando formas hasta volverse un pequeño piojo escondido detrás de la oreja de Clarisa que podría verlo todo incluso sin cara.

El Gazorp le mostró el nacimiento y eventual destrucción del universo. Las quince dimensiones que controlan el simplón concepto de realidad. El sádico demiurgo multidimensional que los homo sapiens llamaban “Dios” y del que el Gazorp era descendiente directo.

Clarisa reía mientras los gritos llenaban la habitación. Estaba sentada en su trono de galletas María rellenas de arequipe viendo a su maestra de quinto grado brincando sobre el piso de hierro hirviendo. Más tarde, cuando se aburriera de sus gritos, le pediría al Gazorp que sanara sus pies y la encerraría en la jaula en el sótano del palacio con los demás.

—¡Te voy a cortar como bistecs! —le gritó.

© 2018 José Eduardo González Vargas

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Conversación en la Forja

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